“El señor Julio Iglesias llamará personalmente a esa hora y preguntará por usted”, anuncian desde la compañía discográfica a la periodista. Efectivamente, a las 17.50, puntual, suena el teléfono y del otro lado (Miami) arremete la españolísima voz: “¿Por qué "El Tribuno' en vez de "La Tribuna', flaca? Eso es totalmente machista!”. Se le explica que el término en masculino hace referencia a un antiguo personaje que oficiaba de vocero u orador del pueblo romano. Ríe e inmediatamente desenfunda su habitual galantería: “Yo he estado tantas veces en Salta! ¿Siguen haciendo buen vino?”. El famoso cantante español de 68 años, que ha vendido más de 350 millones de discos en el mundo, sabe perfectamente de lo que habla: “Cuando tus padres ni siquiera pensaban que iban a tener una hija, yo ya cantaba en Salta. Eso no significa que yo sea viejo, no. Casi puedo ser tu novio. Me acuerdo como si fuera hoy cómo se entra a tu ciudad, atravesando montañas pequeñitas. Es una vista bellísima. Es un lugar con paisajes secos, clásico, con mucha herencia española. Yo en Salta he llegado a tener como dos o tres novias”, afirma el artista, que en 2011 decidió volver a entrar a un estudio de grabación para editar con el sello Sony “1” (volumen 1), un álbum con 14 de sus grandes éxitos.
En “1” (que ya es disco de platino en algunos países), Julio volvió a cantar uniendo cuatro décadas de experiencia con una nueva forma de explotar su voz. Y él mismo resume los resultados: “Hoy canto mejor que hace 40 años”.
¿Esa mejora tiene que ver solo con lo tecnológico o de alguna manera redescubriste tu voz?
Sí, trabajé la voz. Si yo cantara como lo hacía hace 40 años no estarías haciendo esta entrevista conmigo. Si yo hubiera cantado hace 35 años como canto hoy “La vida sigue igual”o “Abrázame”, no hubiera cantado con Sinatra, hubiera cantado con Plácido.
¿Qué descubriste en tu voz?
La diferencia entre hacer un boceto y pintar de verdad. Cuando la voz es frágil hay que aprender a decir las cosas de otra manera. Ahora canto de otra forma. Si yo cantara como lo hacía hace 30 años, seguramente no hubiera podido cantar la semana pasada en Grecia, Japón o Tel Aviv.
Y cómo hiciste para pilotear 43 años de carrera exitosa con una voz que no te convencía...
No es que no me convenciera, es que no tenía otra (risas). Cuando te dan un máquina fotográfica, con el tiempo tú aprendes más sobre el diafragma y comprendes que la luz se puede convertir en mil luces diferentes. A las sombras y a las luces las tienes tú dentro de tu cabeza y de tu corazón. Por eso no todo el mundo hace la misma foto. En ese momento te das cuenta de que puedes aprender.
Días atrás, en un homenaje que te hicieron en España con la presencia de Rafa Nadal, dijiste que era el último de tu vida pública. Algunos lo interpretaron como una despedida del canto...
Los premios vienen siempre tarde. Recoger premios con la edad no es tan atractivo, porque parecen honoris causa. Yo estoy más vigente hoy que hace 30 años; canto en más sitios que hace 40 años. Y tengo más ganas de cantar y lo hago mejor que hace 40 años.
Hace 25 años que le he dicho no a los Grammy, a los Oscar... He rechazado invitaciones para estar presente allí. No quiero ir a esos sitios. Quiero ir al escenario, que es el más grande premio que jamás he tenido en mi vida.
Tampoco es que esté en contra de los premios; es que no tengo fuerzas para subir escaleras, bajar escaleras, enfrentar esa emoción... El otro día casi me pongo a llorar y yo no quiero llorar en mi puta vida...
¿No te gusta llorar en público?
No, solo cuando estoy con mi familia y mis hijos. No me gusta emocionarme, me gusta apasionarme. La diferencia es grandísima. Apasionarse es de jóvenes, y emocionarse es de mayores.
Pero no significa que reniegues de tu edad...
No, yo estoy feliz con lo que Dios me ha dado. Tengo una gratitud total hacia la gente. Lo que pasa es que me siento muy vivo. No te olvides que yo tengo cinco hijos pequeñitos, recién nacidos para mí. Y tengo que estar fuerte para ellos. Aparte, tengo un público cada día más joven, más nuevo... Muchos abuelos y padres les han transmitido a sus hijos mi música.
Me pasó a mí, que descubrí que conozco tus temas porque siempre los escuché de chica, en mi casa....
Tu mamá los escuchaba seguramente. La tuya era una casa con buen gusto (risas).
Considerando que la voz no era tu fuerte, ¿se puede decir que buena parte de tu éxito se lo debés a tu capacidad de seducción?
Al principio aprovechas que tienes los dientes más grandes que la boca. Después, todo se convierte en natural. No se puede estar siempre fingiendo sonrisas. Tú sabes que la edad te permite muchos lujos, entre ellos el de ser libre. Ya no hay críticas válidas para mí. Que diga el periódico que canto bien o que canto mal me importa dos cojones. Me importa lo que diga la gente. Y en cuanto a la seducción... Creo que de jovencito ni siquiera era guapo. Yo no soy un seductor por profesión, sino una persona que ha llegado a la gente con rapidez. Si eso es ser seductor, efectivamente lo soy.
Un don que nadie puede discutirte... Bueno, gracias por la comunicación, Julio...
Gracias a ti por la conversación. Me le das un beso grande a tu mamá por tener tan buen gusto (risas).
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