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5 ene 2009

«Tengo más ganas de cantar y estar en el escenario que cuando tenía 40 años»


Julio Iglesias acaba de cumplir la edad a la que la mayoría se jubila. Pero el cantante no piensa en retirarse: argumenta la pasión que siente por la música y otra razón de peso: «Esto de que te aplaudan es muy adictivo.

En Julio Iglesias todo parece excesivo. Discos vendidos: 300 millones. Discos de platino y oro: 2.600. Conciertos: 5.000. El español vivo más buscado en Internet. Hijos: ocho. A estas marcas se ha añadido recientemente otro número, más modesto, uno que el cantante puede compartir con muchas más personas: acaba de cumplir 65 años. La edad de la jubilación. Pero el artista no piensa en retirarse, no solo por la pasión que siente por la música, sino porque es precisamente subirse a un escenario el motor que lo mantiene en movimiento: la adrenalina lo rejuvenece, aunque sea momentáneamente, y los aplausos del público, confiesa, son adictivos. El último concierto lo acaba de dar hace pocos días, una gala benéfica para construir hospitales y escuelas en la República Dominicana, donde tiene casa. Según el cantante, han recaudado cuatro millones de dólares.
Como conversador, Julio Iglesias desprende simpatía y cercanía, algo que ratifica llamando él mismo e interesándose lo primero por Galicia desde Punta Cana, donde habitualmente pasa la Navidad.
-A ver, cuéntame, ¿cómo está el tiempo en Galicia? Hace un frío del carallo, di la verdad.
-Pues sí, ha helado bastante en las últimas noches y en muchos sitios han estado bajo cero.
-¿Y qué dice la gente del global warming, del calentamiento de la tierra?
-Es un tema del que se ha hablado bastante, sobre todo a raíz del otoño muy seco que tuvimos el año pasado: apenas llovió, las reservas de los embalses bajaron mucho e incluso se habló de restricciones aquí, en el país del agua. Y salió el tema del efecto invernadero, claro...
-Y de repente, los glaciares más grandes que nunca, en Holanda se empieza a volver a patinar en los lagos, que no se hacía desde hace 18 años, en España la nieve en noviembre... ¿eso qué significa?
-Pues no lo sé. ¿Calentamiento global?
-Sí, sí, yo estoy de acuerdo, yo apoyo eso. Parece como si el mundo nos dijera de repente que no. Que vienen los glaciares más grandes, que llueve más que nunca, que hace más frío que nunca. Aquí, por ejemplo, en el Caribe, jamás, en la vida ha habido tanto frío y tanta lluvia. Jamás. De los últimos diez años que yo llevo aquí, estas han sido unas Navidades llenas de agua y fresco, fresco de jersey. Pero bueno, cuéntame, para mi Galicia querida, ¿de qué quieres que hablemos?
-Pues podemos empezar por su cumpleaños: hizo 65 el 23 de septiembre. La edad de jubilarse. ¿Piensa en retirarse algún día?
-Si yo tuviese una profesión en la que no tuviese la pasión aún encendida, pues ya me habría retirado, la verdad. Pero, ¿sabes?, la pasión es algo que a veces se apaga o se enciende más fuerte. Y hoy tengo más ganas de cantar y estar en el escenario que cuando tenía 40 años, seguramente porque soy más consciente de la suerte que tengo, y eso te produce la sensación de que no puedes abandonarlo. Y, aparte, que es muy adictivo esto de que te aplaudan.
-Una gratificación instantánea, ese subidón de adrenalina del que se habla tanto...
-Sí, exacto. Es como si te fumases un porro de la reputamadre que te parió y te... bueno, yo no he fumado, nunca, pero dicen, dicen... [risas].
-De todas formas, ha dicho que en el escenario se le quitan 20 años, por lo que hablaríamos de 45, no de 65.
-Tú sabes que, efectivamente, hay días que estás en el escenario y no sientes nada. Yo, de hecho, siempre he dicho que la mejor aspirina que tengo, cuando me duele la cabeza, es salir al escenario. Se me olvida absolutamente todo, hasta la cabeza. Porque manda mucho más la emoción, manda la pasión, y la sangre parece como si tuviese más fuerza también y te regase mejor la cabeza y funcionase todo el cuerpo mejor. Es cierto que el cantar es un estímulo, como dices tú, muy del momento.
-¿Y cómo celebró el cumpleaños?
-Mira, si te digo la verdad, ya hace mucho tiempo que dejé de celebrar los cumpleaños. En el fondo, como nos tenemos que peinar y maquillar tantas veces, durante años, tratamos de maquillarnos la cara tanto, tanto, tanto, pero en el sentido peyorativo de la palabra, que a veces no nos vemos la edad. La edad la sentimos mucho más orgánicamente que en la piel. Yo siento mucho más la edad, por ejemplo, cuando estoy fuera del escenario, cuando tengo un constipado, como me pasó en Rusia hace cinco meses, en pleno verano, y no se me curaba, cuando a mí un constipado se me curaba con antibióticos en 24 horas. En esas cosas vamos notando que vamos creciendo. Pero en lo demás no noto mucha diferencia. Hombre, las diferencias lógicas, como que las escaleras son más altas, pero habiendo ascensores...
-Un artista muchas veces se fabrica una máscara y el público quizá no percibe ese paso del tiempo, que se ralentiza o a veces hasta se detiene.
-Sí, efectivamente, nos ponemos más máscara, las luces más fuertes, la cámara más alta, entendemos que estamos delante de la gente y que nos quiere ver crecer, a favor, no en contra. Y sí quiere ver cómo nos hacemos mayores, como digo yo siempre, como ellos quieren. Y es cierto. Esa es una dependencia natural que tenemos con el público y que tenemos que asumir. El público tiene derecho, que nos ha dado tantas cosas, a vernos crecer como ellos muchas veces quieren. Con mayor dignidad, con mayor generosidad, dando las gracias por todo, porque tenemos una vida de privilegio. Esto es importantísimo y es lo que trato de hacer.
-Otra efeméride significativa de este año que se ha terminado, y perdone que insista tanto en el tema del tiempo, son los cuarenta años de su aparición en el Festival de Benidorm.
-Benidorm es para mí un punto fijo en mi carrera. Benidorm es como el que da la vuelta a la esquina a las siete de la tarde y se cruza con una chica y resulta que es su mujer. Tú me entiendes, ¿no? Pues esto pasó. Yo fui al Festival de Benidorm y tuve la gran suerte de que a lo mejor no había una canción mejor que La vida sigue igual; o si la había pasó desapercibida, que también pasa a veces. En muchos festivales, cuando la canción es mediocre, pero no hay canciones mejores, pues gana ella. Y ese festival me dio a mí la idea de que algún día podía llegar a ser cantante. Es un poco la circunstancia de Ortega y Gasset, la teoría determinista no existe. Yo no creo en el destino, pero sí en la circunstancia. La circunstancia se da: si tú un día cruzas la esquina al mismo tiempo que tu futura mujer, pues imagínate, es tu mujer. Y si ese día tardas más tiempo en peinarte, pues no la ves [risas].
-O como las añadas de los vinos: muchos factores influyen en que la cosecha sea buena o mala. ¿Se ve como un gran reserva de Benidorm de 1968?
-Hombre, en realidad, tú sabes que ahí hay una cosa muy importante en los vinos, y es que también depende mucho de quién los hace. En los vinos son muy importantes la lluvia y el sol, por supuesto, por el vintage, pero también son muy importantes por el amor que se pone en hacer el vino. El vino es una cosa maravillosa. Es una cultura que daría para cien años de conversación. Sé más de vino que de música.
-En una conversación anterior también hiló los dos temas. Decía que un buen vino y la música eran las mejores armas de seducción.
-El buen vino, cuando tiene muchos años, hay que cuidarlo mucho más. Hay que tratarlo mucho mejor. Hay que abrirlo con más tranquilidad. Hay que beberlo a veces más rápido. El vino tiene una filosofía maravillosa. A veces la gente abre un vino y dice que hay que esperar a que se asiente, y es en los vinos jóvenes cuando hay que dejarles más tiempo para respirar, y a los vinos vejetes a veces hay que bebérselos más rápido [risas].
-Hablando de jóvenes: usted es padre de varios hijos que todavía son niños, uno tiene año y medio. ¿Ese contacto con la infancia ayuda a mantenerse?
-Es un regalo de la vida. Tener un hijo pequeñito es un regalo para mí, en primer lugar porque es un niño que no esperábamos y de repente viene. Es un regalo de Dios porque también voy a ser el abuelo al mismo tiempo. Ahora mismo tengo aquí a mi lado a mi nieto y a mi hijo pequeño. Estoy con dos generaciones y uno es hijo de mi hija y el otro es hijo mío, así que es muy bonito ver la alegría que dan estos chiquillos, a una persona como yo, que de vez en cuando las alegrías son muy importantes.

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