
"La primera vez que estuve aquí, hace 40 años, tenía 17", bromeó Iglesias, cantante con millones de discos vendidos, quizá por encima de eso, galán infatigable. "Oscarito, vamos a explicarles por qué los latinos tenemos tantos hijos. La música nos hace acercarnos, amarnos en vertical", remató.
Pero a diferencia de otros artistas latinos que llenan estadios con público hispanohablante, Julio Iglesias seduce desde hace décadas a un público políglota e internacional como él mismo, sin complejos para cantar en español, gallego, francés, italiano e inglés en una misma noche.
"Mi padre era del norte y mi madre del sur, ese es el futuro. Y de futuro saben Mr. y Mrs Clinton", aseguró en un gesto a quienes habían arrancado la primera ovación de la noche apenas se dispusieron a tomar sus butacas en el Carnegie Hall.

Pero todo era, a fin de cuentas, puro Julio Iglesias, que no escatimó a la hora de agarrar a su veterana garganta el arranque de cada estrofa, de lanzar estudiados gallos y gritos ahogados, de llevar al vientre la palma de su mano e incluso, con su trío de hipersincronizadas coristas, recrear a las icónicas trillizas que lo acompañaron durante décadas.
Así quedaron filtradas por su "vibrato" canciones pop de los ochenta como "I'm never gonna dance again", de George Michael, o clásicos de la "chanson" francesa, como "Ne me quitte pas", del belga Jacques Brel, según Iglesias la mejor canción de la historia.
Y siempre, siempre, con menciones a Óscar de la Renta, a quien llamo "hermano". "Nunca en la vida he conocido a alguien con la fuerza para luchar que él tiene", dijo, y no olvidó a su mujer, Annette de la Renta, a la que dedicó también aquello de "El amor no solo son palabras que se dicen al azar".

"Julio es como un hermano para mí", dijo De la Renta, que comparte con el cantante su pasión por Miami, donde ambos llegaron a financiar una terminal de aeropuerto. "Me siento increíblemente honrado de que se una a mí en el Carnegie Hall, un lugar con un alma extraordinaria que para mí tiene un sentido muy especial", añadió.
Y así, con este cruce de afectos entre dos figuras clave de la internacionalización del talento latino, Julio Iglesias tuvo que ir cerrando el recital y lo hizo con su gran éxito "Me va" y, finalmente, reversionando un standard tan cercano al público estadounidense como "A mi manera".
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