El reencuentro de Julio Iglesias con Sevilla fue una prueba más de que el artista español es uno de los grandes y de que en esta ciudad encuentra su casa siempre que la visita. El calor y la gran ovación con que sus incondicionales y románticos de varias generaciones recibieron al artista nada más aparecer en escena con una puntualidad inusual en estos tiempos así lo demostró.
Julio sigue siendo Julio, con sus temas de siempre, su imagen impecable, sus conocidos dejes y giros en la voz y esos movimientos de caballero que sabe que incluso puede llevar a que algunas señoras ni se lo piensen a la hora de lanzarse a subir al escenario, en este caso, al del nuevo auditorio de Fibes. Mientras el cantante interpretaba, como cierre del concierto, el tema 'A mi manera', varias seguidoras no pudieron contenerse y corrieron a abrazarse al artista, que llegó a tambalearse y que, ayudado por miembros de su equipo, desapareció de escena, aunque según dicen, era el final pre establecido. Así, sin bises.
Pero antes, Julio Iglesias dio al respetable lo que esperaba de él. Saludó agradeciendo el aplauso que para él siempre tiene Sevilla, "tierra bellísima", y, una vez más, quiso dejar constancia de su amor por España y por Andalucía. "Intento no contaminarme de mi idea española, soñé con una Andalucía que tuviera una proposición para Europa irrefrenable", dijo. Y añadió que "una Andalucía progresista y fuerte evita independentismos". Y fue entonces cuando alguien del público le cortó gritándole que cantara, lo que provocó la rápida respuesta del público apoyando al artista con gritos y aplausos.
Parecía que se quedaba ahí la cosa, pero la tenía guardada. "Más que nunca me siento orgulloso de mi tierra y del español que canto", dijo. "Quiero acordarme de la gente que sufre y de los que no se merecen estar sin nada. No hables, canta", añadió más tarde.
El concierto fue un recorrido por diversas épocas de su trayectoria, interpretando algunos de sus éxitos de hace años como 'Nathalie' –que incluyó un piquito con una de las chicas de los coros-; 'Manuela', tarareada por el público; 'Hey', obligada en sus repertorios; 'La vida sigue igual', escrita hace años "cuando la vida eran sólo promesas", o 'De niña a mujer', dedicada a su hija Chábeli y que cantó el respetable cuando a él se le olvidaba la letra –algo que él mismo confesó-.
Tampoco faltaron los tangos, bailados de maravilla por una pareja argentina; ni ese 'Canto a Galicia' que escribió para su padre pensando en su madre, según comentó él mismo, o ese 'Me va' que siempre levanta al público de sus asientos y que esta vez no iba a ser menos, incluso se adelantaron para verle de pie y más de cerca. Al igual que 'Derroche', que hizo bailar y cantar hasta al apuntador, fruto de esa pasión que, según dijo, la tiene en el corazón y es la que le hace cantar.
En algunos momentos no se oyó la voz con el volumen adecuado, aunque en general ofreció un buen nivel tanto él como las tres chicas del coro, con unas voces espectaculares dignas de contar con carrera musical propia.
Cena y regreso en su jet
Tras el concierto, Julio Iglesias quiso cenar en Sevilla, para lo que eligió el restaurante Egaña Oriza. A él llegó pasadas las once y media de la noche acompañado por parte de su equipo y por algunos amigos, eligiendo platos como jamón, gambas, langostinos y queso, entre otras viandas, todo regado con Rioja. Al terminar, se desplazó al aeropuerto en donde le esperaba su jet privado, horas antes de asistir, mañana sábado, a la boda de su hijo Julio José con Charisse Verhaert.
2 nov 2012
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