"El privilegio del artista, el más grande, es volver"

Salió del ascensor apurado, porque iba directamente a ensayar. Profesional como pocos, aun cuando ha cantado innumerable cantidad de veces las canciones que son algo así como "himnos" de sus seguidoras y seguidores (muchas más las primeras, a juzgar por el griterío en cuanto perciben su inconfundible estampa, saliendo raudamente del Hermitage para dirigirse al Paseo donde se entregaría pocas horas después en un memorable recital), Julio Iglesias apenas detiene un minuto su rauda marcha para decir, en pocas palabras, cuán contento está de haber vuelto a Mar del Plata.

"Estoy feliz, me encanta Mar del Plata desde siempre, yo soy un marplatense más, ya hace muchísimos años que vengo aquí y siempre me ha ido bien", dice sin mediar preguntas porque lo importante para él en ese momento es eso, estar aquí. Y reencontrarse con "su" gente.

-Tenía previsto venir ese año a Mar del Plata o surgió la posibilidad sin haberlo planeado?

-No, no, yo siempre tengo previsto pasarme mis cuatro días con la gente de Mar del Plata, con Florencio (Aldrey). Me encanta estar acá. Y poder hacer estos espectáculos, cantarle a la gente, eso me hace feliz.

-Vamos a pensar que este espectáculo será como el del año pasado...

-Va a ser mejor, mejor, mejor porque estoy más lindo (se ríe con ganas), no, en serio, mejor porque he aprendido más, porque estoy en forma y mejor porque estoy contento, todo va muy bien en mi vida. Y esto es un atractivo, un estímulo para mí, volver a los sitios amados... es que el privilegio del artista, el más grande de todos, es volver...

-O sea que volverá el año que viene también...

-Si me invitan sí, sí, claro que volveré.

Y así como había aparecido, vuelve a desaparecer, deslizándose rápidamente hacia la camioneta que lo llevaría al escenario donde daría el gran show que fue, horas más tarde, el que dio en el Paseo Hermitage.

Allí ya lo estaban esperando. Porque varias horas antes ya se estaban instalando miles de personas con sus reposeras, mantas, equipos de mate, con todo preparado para pasar una noche inolvidable viendo y escuchando al ídolo en su mejor forma. Pero eso sería después, cuando se cambiara de ropa para mostrar su ya clásica elegancia en el escenario, donde subiría, manos en alto para recibir el cálido -y estruendoso- saludo de ese "su" público, que todos los años espera que vuelva.