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27 jul 2015

JULIO IGLESIAS NATACIÓN Y MASAJES PARA RECUPERARSE DE SU OPERACIÓN

Dos de la madrugada del 22 de septiembre de 1962. El verano acaricia suavemente su fin y Madrid despierta por fin del letargo estival. Julio Iglesias, acompañado por sus amigos más cercanos, se entrega a la noche para celebrar su 20 cumpleaños. El júbilo y la diversión pronto se tornan en tragedia. El coche en el que se desplazan se estrella contra unos arbustos en Majadahonda, al norte de la capital. Cinco horas después del accidente, Julio abre los ojos en el hospital Eloy Gonzalo; y según el parte médico, no podrá volver a caminar nunca. Su prometedora carrera como portero del Real Madrid se esfuma de golpe. Hasta entonces jugaba en la categoría juvenil del club. Pero en aquel momento sólo pesa el vivir. Para Julio «todos los días son como el gol de Iniesta en el Mundial, porque volvió a nacer después del accidente», recuerdan los que lo conocen bien.
Permaneció semiparalítico durante un año y medio. Sus probabilidades de caminar dependían de una constante y exigente terapia dirigida por Eladio Magdaleno, un enfermero que sin proponérselo se convirtió en el primer eslabón de una carrera musical sin precedente en nuestro país.Eladio le había regalado una guitarra a Julio para que ejercitara sus dedos y fuera recuperando poco a poco la movilidad. Ese instrumento de seis cuerdas se convierte en su fiel acompañante, en una válvula de escape ante los recuerdos del accidente. Sentado en la cama del hospital compone «La vida sigue igual», inspirada en los pacientes de su alrededor. En el silencio de los que morían y en el llanto de los recién nacidos que saludaban la vida.
Su padre, Julio Iglesias Puga, ya por entonces un reputado ginecólogo, cerró su clínica para dedicarse en cuerpo y alma a la recuperación de su hijo. Los pronósticos de sus compañeros médicos no eran muy esperanzadores, pero padre e hijo protagonizan una gran historia de superación. «No te he traído a la vida para que te quedes en una silla de ruedas», le espetaba una y otra vez su progenitor. Julio le plantó cara a la adversidad, y buena cuenta de ello da el papel pintado que cubre las paredes de su casa, adonde regresa tras recibir el alta. Día sí día también, aparece lleno de arañazos. Estas marcas reflejan todas las veces que el madrileño intentó ponerse de pie.
El éxito de Julio en la música no puede entenderse sin este accidente. Las secuelas no le abandonaron nunca, pero él siempre supo anteponerse. Su lesión en la columna vertebral le ha provocado numerosas dolencias de espalda a lo largo de su vida. «Sus huesos no envejecen igual que los de una persona que no ha sufrido un accidente», explican desde su círculo íntimo.

La recuperación

Cincuenta y dos años después de aquella fatídica noche, hace dos semanas fue sometido a una intervención médica en la parte lumbar de la espalda, como parte de un chequeo rutinario en el hospital Monte Sinaí de Nueva York. Allí lo trata el cardiólogo español Valentín Fuster, afincado desde el 94 en la Gran Manzana, y con el que mantiene una excelente amistad. En ningún caso ha sufrido un problema cardíaco, tal y como informaron algunos medios, desatando la alarma sobre su estado de salud.
Actualmente se encuentra descansando en su casa de Miami, en Indian Creek, recuperándose de la operación. Julio practica natación a diario, una rutina que heredó de su padre, y con frecuencia recibe terapia de un masajista. El eterno «truhán» de la música española reanudará su actividad tras el reposo que debe guardar, recomendado por los doctores. Del 20 al 23 de julio estará en Marbella para promocionar su primer disco en español en los últimos trece años y atender a los medios. Un trabajo cuyas letras homenajean a México. Y unos días más tarde, el 5 de agosto, regresará a Marbella para ofrecer un concierto en el marco del Festival Starlite.
El próximo septiembre Julio cumplirá 72 años, pero a él no le abruman las cifras. Ha lanzado ochenta discos en catorce idiomas, de los que ha vendido mas de 300 millones de copias y por los que ha obtenido numerosos premios. Sus temas cargados de romanticismo, su elegante manera de moverse en el escenario, la mano siempre en el pecho, lo han convertido en un mito viviente. Sus fans le siguen aclamando como el primer día. La vida sigue igual.

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