Autor: -- | Fuente: clarin.com .Hola, ¿sabes quién habla?” El viejo truco de Julio Iglesias en las entrevistas telefónicas: llamar él mismo, sin intermediarios. Enseguida hablará de los orígenes del periodista, de si sefaradí o ashkenazí, que Gasparcito de acá, que Gasparcito de allá, y, acostumbrado a seducir, a lo largo de la charla, entre carcajada y carcajada, irá intercalando frases teóricamente halagadoras, como “amo el Clarín ”, “¿tú crees que te dejarían escribir en el Clarín si escribieras mal?”, “a ti te lee casi un millón de personas”, para terminar con “es la mejor entrevista que me han hecho en la vida”.
Qué bien mentís.
¡Te lo juro! Y otra risotada más. Ninguna oportunidad más propicia para comprobar el axioma de aquel viejo periodista que dijo que en una entrevista siempre es más grato toparse con la simpatía profesional que con la parquedad sincera. En sus cuarentaypico de años de carrera, a Julio Iglesias le hicieron tantos reportajes que muchas de sus respuestas parecen las de un actor que ya interpretó mil veces la misma obra. Pero a él le encanta repasar sus frases célebres y se entrega a ello con placer, quizá tanto como el que sintió al regrabar sus grandes éxitos para sus nuevos discos, los dos volúmenes de Julio Iglesias 1 .
¿Cuál es el desafío artístico de estos discos? Ninguno. Lo que pasa es que ahora existe todo tipo de tecnología para grabar, y era una tentación probarla.
¿No te aburrís de cantar canciones que ya cantaste tanto? Con el dinero que tengo, si yo me aburriera cantando me dedicaría a pescar. El cantante es el que expresa una voz sobre una música, y si la voz no tiene pasión pasa desapercibida. Yo ahora canto mil veces mejor que antes. Tengo más claridad de voz, más profundidad. Tiene más sentido decir “me olvidé de vivir” ahora que hace treinta años. Antes la mía era una voz de pitido, lánguida, frágil, y ahora posiblemente se quiebra, pero se quiebra con más seguridad.
Por fin te sentís buen cantante.
¿Tú crees que si yo no cantara mejor hubiera cantado con Sinatra, con Stevie Wonder, con Sting, con todos? ¿Tú crees que me hubieran dejado cantar? Me hubieran escupido, flaco.
¿Qué concesiones tuviste que hacer a lo largo de tu carrera? Ninguna, a mí no tuvieron que darme por el culo para ser cantante, no. Yo hice todo cuanto me ha salido de los cojones. Las exigencias no eran de la compañía de discos. Al contrario, ellos han sido de una ayuda profunda, de hecho han apoyado hasta este proyecto casi ridículo de volver a grabar las canciones. Y Afo (Verde, presidente de Sony), que es mi jefe, fue el primero que ha entendido el proyecto. El cabrón quiere cantar otra vez porque piensa que cantó mal, que lo haga. Y lo hice.
Pero hace unos años tuviste problemas legales con Sony.
Graves, sí. Fui hasta el Tribunal internacional de Holanda. Yo pedía mis derechos digitales, y ellos no me los querían dar. Llegamos a un acuerdo: ellos son los dueños de los masters, yo de los digitales. Un acuerdo maravilloso: nos volvimos a casar. Divorciarse y volver a casarse tiene mucho mérito, porque tienes que volver a dormir con la persona que durante los últimos cinco años no querías ver, ni ella a ti. Y vuelves a casarte porque entiendes que es tu vida. Yo sigo enamorado de Sony porque Sony tiene a todos mis hijos. Prefiero cuidarlos yo con ella a que se desperdiguen por ahí. Si van a fumar marihuana, que lo sepa yo también.
¿De qué te arrepentís? Haber nacido pronto. Mi padre y mi madre tendrían que haberse echado ese polvo 20 años después. Yo tendría que haber nacido en el año ‘66, ‘67, con el sonido de esos años en el oído. Yo nací con el sonido de Gardel en el oído. Por eso todo lo mío era acústico, ingenuo, y parecía una cursilada. Recién ahora me estoy dando cuenta de cuánta razón tenía cuando escribí y cuando canté canciones como Me olvidé de vivir .
¿Cómo conviviste con la mirada despectiva a esa “cursilada”? Facilísimamente, flaco. Como Van Gogh. Lo que pasa es que yo nací cantando mal. Si yo hubiera cantado bien, hubiera tenido músicos sofisticados a mi lado, y hubiera estado con esa pléyade intelectual de aquellos años, sería un vanguardista total. Pero no. Yo nací con esa música simple, una voz pequeña. Hay que apostar por lo inverosímil, por los riesgos. Cantaba como el culo, eh. Pero Le Monde y el New York Times dijeron que era un fenómeno social. Esos críticos apostaron por mí. Y apostó tu madre, y tu padre, de Finlandia a China, gente que compró 300 millones de discos míos. Dirás: “Eso es Coca-Cola”. No importa. Mezclamos la Coca-Cola con champagne, con la mejor ginebra, con ron… He mezclado la Coca-Cola con todo, hasta darme cuenta de que me gusta más el vino.
Tenés 68 años y el menor de tus ocho hijos tiene 5. ¿Repetirías la historia de tu abuelo, que tuvo su último hijo a los 91 años? ¡Ese fue mi padre! ¡Gaspar, léete la lección primero! Mañana me voy a quejar a tu director. Le diré: “Mándame a uno que sepa más de mí, porque a éste le gusta más Serrat que yo”. Y lo entiendo, porque a mí también me gusta más Serrat. Pero a la gente no, ¿eh? «
13 feb 2012
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