"En cualquier otro lugar, en estas circunstancias no habría salido al escenario. Es una expresión de mi amor por este país. ¡Gracias, Shanghái!”, declaró. El cantante se ve obligado a acortar el inicio de su gira por China debido a una dolencia de garganta.
“En cualquier otro lugar, en estas circunstancias no habría salido al escenario. Es una expresión de mi amor por este país. ¡Gracias, Shanghái!”. No había pasado ni media hora de concierto cuando Julio Iglesias se sentó en un taburete y explicó su situación a los 6.000 espectadores que abarrotaban ayer el Grand Stage de la capital económica de China. “Hasta llegar aquí, en Dubái y en Corea, estaba bien. Pero hoy -por ayer- me he levantado fatal y he tenido que llamar a un médico chino que me ha dado cortisona. Estoy haciendo todo lo posible”. Una gran ovación demostró que, a pesar de las evidentes dificultades que estaba teniendo desde el principio, el público chino adora al artista español. “¡Huliao, wo ai ni!” (¡Julio, te quiero!), se escuchó en las gradas del gran teatro para deleite de un público que rompió a reír en varias ocasiones.
Sin duda, Iglesias, se esforzó por estar a la altura de las grandes expectativas que había provocado el inicio de su gira por China -la primera desde hace 18 años- para promocionar su disco Número 1. Pero le resultó imposible. Su torrente de voz se convirtió rápidamente en un hilillo inaudible, y cada pocos minutos tenía que echar mano de la botella de agua para poder continuar. Durante la interpretación de Me va, me va incluso tuvo que abandonar el escenario en dos ocasiones, y, cuando ya se daba por hecho que no volvería, regresó.
“Siempre he creído en este país, desde cuando todos iban en bicicleta. Hoy puedo decir que China es impresionante, que su poder es enorme”. Sin duda, el artista supo ganarse al público pese a su pobre actuación: hizo risas cuando desde el gallinero pidieron Caruso, y provocó un largo ¡oh! con los dos besos que dio en los labios a las compañeras que le salvaron sendos duetos. Finalmente, tras casi hora y media de agonía, decidió marcharse con su versión del A mi manera de Frank Sinatra. A modo de disculpa, se agarró la garganta.
A la media hora, Iglesias se sentó y explicó su situación a los espectadores
Shi Qinghong, una de sus fans, estuvo a punto de romper a llorar. “He sufrido al verlo así”, aseguró a EL PAÍS. “Fue uno de los primeros artistas a los que escuché cuando el país permitió la entrada de música extranjera, en los ochenta”, contesta. Sin duda, como el propio cantante apuntó durante su actuación, Huliao Yigelaixiyasi fue pionero en China, un país al que aventuró un gran futuro cuando todavía nadie confiaba en el despertar del Gran Dragón.
De hecho, la primera vez que aterrizó en Pekín -en 1971- Mao Tsetung todavía vivía y el país estaba inmerso en la Revolución Cultural. Así, el patriarca de los Iglesias consiguió abrir las puertas de la Ciudad Prohibida. En 1988 se convirtió en el primer cantante internacional que protagonizó un show televisivo en Pekín, y ha sabido sacarle jugo a esa ventaja. Tanto que, el pasado día 1, el pianista Lang Lang le entregó el premio al Artista Internacional Más Popular de China, y el Guinness al cantante latino que más discos ha vendido en el mundo -más de 300 millones de sus 80 LP en diferentes idiomas-.
“Este premio me lo da un país que ha estado en mi corazón durante décadas”, dijo al inicio de su gira en una rueda de prensa que levantó gran expectación entre los medios de comunicación locales. Aunque Iglesias es consciente de que ya no está “en boga”, se enorgullece de continuar llenando los lugares en los que toca, y considera que vive “uno de los momentos más apasionantes” de su carrera.
“Siempre he creído en este país, desde cuando todos iban en bicicleta
“El mayor privilegio en la vida de un artista es el de regresar a los lugares”, dijo al canal estatal chino CCTV. “Hace poco mi representante me pidió que grabásemos un disco con Justin Bieber o Justin Timberlake, con los jóvenes. Y yo pienso que quizá no tenga ya capacidad para interesar a la audiencia más joven”. Pero, a pesar de sus 69 años de edad, al inicio de la actual gira por Asia el artista madrileño había prometido “pasión” a sus seguidores. “Lo que me preocupa es seguir estando fuerte sobre el escenario”, reconoció en una entrevista que parece ahora premonitoria. Porque, sin duda, entre los 5.000 conciertos que ha ofrecido en los 45 años que ha dedicado a la música, el de ayer en Shanghái fue uno de los peores.
Pero no parece que ninguno de sus fans chinos vaya a reprochárselo. Huang Hong, un funcionario jubilado del departamento de Ferrocarriles de Shanghái, que decidió gastar 1.360 yuanes (170 euros) -casi la totalidad de su pensión- para ver en directo al artista español residente en Estados Unidos, se fue satisfecho a pesar de que la actuación acabó una hora antes de lo esperado. “Es caro, pero ha merecido la pena. Tengo muchos de sus discos, me encanta la suavidad de sus canciones, que muchas veces me recuerda a los cantantes chinos de su generación, y me parece que a su edad se mantiene en gran forma. Me ha emocionado el coraje con el que se ha mantenido en el escenario”.
A su lado, pendiente de retransmitir el concierto en Weibo -el Twitter chino- estaba su hija, Huang Lu, seguidora fiel de otro miembro del clan Iglesias. “A mí me gusta más su hijo Anlikui, pero, aunque la diferencia generacional es evidente, creo que comparten un estilo común. Incluso la voz es similar”. La mayoría de los asistentes jóvenes al concierto eran incapaces de hacer un comentario que no estuviese relacionado con el éxito de Enrique Iglesias, que parece haber tomado el testigo de su padre en lo que a la fama en China se refiere. “Es una pena que el hijo no haya aprendido de su padre a darle mayor importancia al mercado chino”, se quejaba otra joven, Lu Ming, para quien Julio Iglesias es “el padre de Enrique”.
No en vano, lo más cerca de China que ha estado el azucarado cantante de Hero ha sido Taiwán. Allí, en un guiño a uno de los mercados más prometedores del planeta, el benjamín de los Iglesias-Preysler grabó una versión de You are my number 1 con la cantante taiwanesa Valen Hsu. Emuló así la estrategia de su padre, que ya en 1993 cerró los Juegos de Extremo Oriente, celebrados en China, cantando La paloma junto a la china Wei Wei. Cinco años después volvió a cosechar el éxito cantando a dúo, esta vez con Coco Lee, When you tell me you love me. Y ayer recordó aquel momento antes de volver a interpretarla. Ahora, al cantante español con más proyección le quedan tres días para recuperar la voz y regresar a la plenitud en la ciudad de Shenzhen.
14 abr 2013
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