Julio sigue Iglesias

¿Cómo es posible que un tío que nunca fue guapo, que nunca tuvo una gran voz y que no sabía cantar cuando empezó haya durado tanto? Estilo. Un estilo construido con mil detalles sutiles que en conjunto dan un resultado inimitable. Un hombre elegante y refinado, una voz característicamente aterciopelada unida a unas letras muy cuidadas y una instrumentación y arreglos casi de orfebrería dan un resultado objetivamente impecable. Por otra parte, sólo una mezcla de cualidades artísticas no es suficiente para conseguir una permanencia de 45 años en los escenarios y las listas de éxitos. La persona que se esconde tras el artista también es excepcional. Julio Iglesias no es que sea perfeccionista, es que es un maníaco de la perfección. Cada disco suyo requiere de ingentes horas de trabajo. Primero en la selección de letras, después en la instrumentación y los arreglos y, por último, en su voz. Hasta que él no oye la nota precisa en el momento exacto no da su aprobación a la instrumentación. Y hasta que él mismo no da el tono de voz que desea en el instante que cree que debe ir, la canción no estará terminada.
‘1.100 Bel Air Place’
Para que se hagan una idea de cómo es –o era en su día– la grabación de un disco de Julio Iglesias, sepan que a finales de los ochenta, Iglesias hizo esperar al mismísimo Michael Jackson para poder grabar en estudio. En aquellos años, la entonces CBS tenía a sus mejores estudios, productores, ingenieros de sonido y músicos metidos de lleno en la realización de un álbum de Iglesias. Hasta que no terminaron, Michael Jackson no pudo empezar a trabajar en el suyo. Y es que ambos compartían discográfica aunque competían en las listas de ventas y en más cosas. Así, mientras Michael Jackson era la imagen de Pepsi, Iglesias lo era de Coca-Cola. Aún pueden encontrar en YouTube el anuncio del español para la popular bebida acompañado de la actriz Renne Russo.
Iglesias se marchó a vivir a Estados Unidos en 1978. Primero fue a Los Ángeles y después se instaló en Miami. Había cumplido 10 años de carrera y ya era muy conocido en Iberoamérica y Europa. Así que desde su fortaleza de Miami se dedicó a asaltar Asia y a preparar su desembarco en Estados Unidos, país en el que era ya conocido pero mayoritariamente entre el público hispano. Por eso, en 1984 y tras una estudiada campaña de apariciones en galas y programas de televisión, Julio Iglesias saca su primer disco en inglés, 1.100 Bel Air Place. Dúos con los Beach Boys, Diana Ross o Willie Nelson llevaron el álbum a los primeros puestos de ventas.
Por aquellas fechas Iglesias llegó a convertirse en el único artista en Estados Unidos en tener cuatro LP de forma simultánea en las listas norteamericanas de superventas. Este es sólo uno de los muchos récords que el español atesora. A principios de los años ochenta, ya había vendido 120 millones de discos, por lo que el Guinness de los Records le había hecho entrega del único Disco de Diamante entregado a un cantante “por vender más álbumes en más idiomas que ningún otro artista en la historia”. Y hablando de idiomas, también es legendaria su habilidad para cantar en múltiples idiomas. Por lo pronto, porque habla cinco: español, francés, italiano, portugués e inglés. Y también porque ha cantado en lenguas que no habla, por ejemplo, alemán, chino o japonés.
Para los millones de fans de Iglesias hay buenas noticias. Sony Music, la discográfica del cantante, guarda en sus archivos más de 300 canciones que aún no han visto la luz. Canciones que provienen de descartes de sus más de 70 álbumes de estudio. Y, como dijo el propio Iglesias, “canciones que se las queda la discográfica para cuando me muera”. A lo mejor por eso Iglesias siempre ha dicho que “desde la tumba seguiré cantando”.