Julio Iglesias cumple 70 años en septiembre. «Es una edad perfecta para hacer balance», dice a ABC en una conversación telefónica desde su casa en Miami. «Eso sí, no me llames ‘‘señor’’, prefiero que me llames abuelo», añade entre risas. Cuando se habla sobre una estrella como Iglesias, los cómputos son astronómicos: 45 años de carrera, más de 300 millones de discos vendidos en todo el mundo, 80 álbumes y 5.000 conciertos ofrecidos a más de 60 millones de personas.
El mes pasado, Julio recibió de manos del pianista Lang Lang el premio récord Guiness al«artista latino que más discos ha vendido en el mundo» y una distinción como el «artista internacional más popular» en la historia del país asiático. «No necesito hacer ninguna campaña para la Marca España, yo la hago de manera natural desde hace medio siglo. No hace falta que me contrate el Gobierno ni nadie, yo presumo de ser español por todos lados», dice.
–¿Le intimida el público español?
–¡Qué va! !Qué va! El público ya no me intimida, el público lo único que me da es vida. Salir al escenario a mis años es el mayor privilegio que puede tener una persona.
–¿Con qué sueña un hombre que ha cumplido todos sus sueños?
–Hace más de cuarenta años que sueño despierto. Soñar a mi edad es muy difícil. De hecho, cada vez que tengo un sueño me tengo que despertar antes porque sé que es algo imposible.
–¿Qué más puede pedir?
–Quiero aprender. Quiero aprender más, aprender a hablar contigo...
–¿Piensa en retirarse?
–¡Jamás! Yo solo espero que la gente no me retire nunca. La vulnerabilidad más fuerte que tiene un artista es la incertidumbre de saber si el público le va a querer toda la vida.
–Hablando de vulnerabilidad, ¿le afecta cuando hablan de crisis en su matrimonio?
–Me da igual lo que digan sobre mi matrimonio con Miranda. De verdad, me da igual. Le debo mucho a la prensa del corazón, así que no tengo quejas. Tengo casi 70 años, he dado la vuelta al mundo un millón de veces, y la gente me quiere. Ya he enseñado y demostrado todo, no puedo pedir más a la vida.
–Hace unos meses lo vimos en la boda de su hijo Julio José, ¿cómo fue el reencuentro con Isabel Preysler?
–Fue un encuentro lógico. Tenemos tres hijos en común y nos comportamos como padres. Mi relación con Isabel solo se ciñe a mis tres hijos, pero no tengo más relación con ella. Obviamente siento admiración por ella, pero no hay nada más.
–No, no, ¡qué va! Me preguntan por los ocho hijos que tengo, por todos. A veces en España me preguntan más por Enrique porque saben que es mi hijo y que es un cantante fenomenal.
–He leído que no le gustaría cantar con Enrique, pero sí con Justin Bieber...
–¡Eso es un cuento chino! A mi me gusta cantar con todos, pero con el que más me gusta cantar es conmigo. He cantado con Frank Sinatra, Stevie Wonder, Sting, Diana Ross, he cantado con todos, y si me dieran la oportunidad de cantar con mis hijos, también lo haría. El problema de los duetos no es cantarlos, es que surja la emoción.
–Hablando de artistas jóvenes, ¿ha escuchado a Pablo Alborán?
–¡Me encanta! Pablo Alborán me encanta. Me recuerda un poco a Alejandro Sanz. Eso sí, Alejandro es el profesor, y Pablo, el alumno.
–Sus hijos mayores son artistas. ¿Le gustaría que los pequeños también se dediquen a la música?
–Quiero que tengan éxito, que sean generosos, fuertes, preparados, con objetivos en la vida, competitivos. Que sean cantantes o que no sean cantantes no es lo importante. Lo importante es que entiendan que la vida es una gran oportunidad, que hay muchas puertas abiertas y otras, cerradas, y que deben encontrar las que están abiertas.
–¿Qué nos tiene preparado para el Festival Starlite?
–Para Starlite tengo preparadas emociones y pasiones. Porque un artista sin emociones y sin pasiones no es un artista, es un simple cantante. También voy a cantar en otras partes de España, y me apetece mucho porque me permite dormir en mi casa, en mi tierra. Voy a cantar en la provincia española y ¿por qué no en Madrid? Solo volveré a cantar en Madrid cuando sea en el Bernabéu, para decir gracias por todo.
–Usted es un fan confeso de Mourinho. ¿Cómo vive su salida del Madrid?
–José Mourinho es un entrenador emocional y las personas como él siempre contraen unas deudas afectivas muy grandes con la gente. Y ocurre que la parte emocional desvirtúa la parte profesional. Mou es un grandísimo entrenador, pero hay una parte emocional en su vida que le hace equivocarse. Le tengo mucho respeto, y es una lástima que esa parte emocional suya no haya sido sentida por la prensa española. El orgullo y la soberbia mal entendidas se convierten en tu peor enemigo.
–¿Quién le gustaría como entrenador del Madrid?
–En el Real Madrid quiero a alguien que ponga de acuerdo a toda la plantilla. Con eso me basta.
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