Cristina López Schlichting,
A Julio Iglesias le deben haber hecho miles de entrevistas, tal vez por eso se sabe todas las respuestas. Acaba de darme su definición de España y me parece sencillamente genial: «Un país lleno de mares, con una luz que no tiene ninguna otra nación europea y donde se pinta y se escribe maravillosamente». Pienso en «Mediterráneo» de Serrat, en Velázquez y en Cervantes y está todo allí. Por esa perspicacia, se me ha ocurrido preguntarle qué defectos debemos corregir los españoles y ha sido tajante: «Aprender a trabajar a largo plazo y dejar de echarnos mierda entre nosotros». Me hace muchísima gracia la gente –lo mismo de la derecha que la izquierda– que anuncia las fechas de salida de la crisis, sea el próximo semestre, el último de 2014 o el primero de 2015. Juergen Donges, asesor de la Merkel, me ha dicho que se necesita ¡al menos! toda la legislatura y que después el crecimiento será lentísimo y largo. Se acabaron las vacas gordas, hay que cambiar el chip. De hecho, no vamos a salir de la crisis tanto porque cambie la tendencia del mercado, cuanto porque modifiquemos nuestro estilo de vida. No te van a bajar la hipoteca: tendrás que trabajar más durante más años para pagarla; no te darán crédito, tendrás que echar más horas para suplir inversiones; no crecerá el número de clientes, irás tú a buscarlos a la Conchinchina, con mejores precios; no tendrás más beneficios, sino que reducirás costes. Hay dos ejemplos con buenos resultados ya. Uno, la central de Opel en Figueruelas, donde se va a fabricar el nuevo Mokka: la reforma laboral y el esfuerzo de los trabajadores han hecho que los alemanes se traigan la fábrica de Asia a España. Dos, el crecimiento del turismo, entre otras cosas gracias a la apertura a nuevos mercados, como Rusia. Así que, puños apretados, esfuerzo y perseverancia, justo lo que reclama Julio Iglesias, que para eso lleva toda la vida trabajando y dando la vuelta al mundo. Y luego está lo otro: dejar de echarnos mierda unos a otros. Mientras Francia idolatra a un asesino en serie, como fue Robespierre, o Gran Bretaña canoniza a un pirata como Drake, los españoles nos dedicamos a difundir por el mundo que el descubridor de Méjico, Hernán Cortés, era un asesino y la gran reina que fue Isabel de Castilla, una guarra que no se lavaba. Y lo mismo hacemos con los contemporáneos, sean Rafael, Lola Flores o el propio Julio Iglesias. Cambiar este par de cosas nos haría mejorar.
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