Cerca de la una de la madrugada del sábado, Julio Iglesias abandonaba Cap Roig. Cansado y con ganas de recargar las pilas para el segundo recital de anoche, regresaba a su hotel. Había hecho un generoso derroche en sus dos largas horas sobre el escenario y optó por recibir en el camerino tan solo a sus obligados compromisos. Pero poco tenía que decir porque dedicó buena parte del concierto del que ya es su cuarto año en el festival a desgranar confidencias empleando ese tono que tanto gusta a sus seguidores.
¿Repetitivo? En todo. En sus tics más reconocidos y en su peculiar forma de interpretar las canciones. Pero haga lo que haga siempre recibe el respaldo de su público, que acude a los auditorios para disfrutar de la reiteración. Y si regresa en el 2012, el artista volverá a llenar el recinto con la misma fórmula. El bagaje de las canciones que compuso hace años sigue siendo la munición más efectiva para desplegar su show.
La velada empezó con Quijote y con muchos aplausos cuando en la letra dijo que presumía «de ser español». Después llegaría Manuela y todos sus grandes éxitos. Elogió a Cap Roig, tras decir que el mayor privilegio de un artista es «volver» a un mismo escenario y aprovechó para ponerse humilde: «Cuando empecé cantaba fatal, pero con el tiempo he aprendido y ahora estoy interpretando de nuevo lo que antes hacía mal», dijo.
Pero tan importantes como las canciones son las palabras previas para introducirlas. Y en su guion activó esta vez otras bazas, además de la de ampliar a cinco el número de coristas. En el juego dialéctico aparecieron casi todos los personajes del auca familiar. Antes de recrear Un canto a Galicia expresó su orgullo de pertenecer a «un país multicultural» y recordó a sus padres: «Mi madre era andaluza y de familia de escritores. Mi padre, hijo de militares. Recibí influencias diferentes, pero con el tiempo he aprendido que al educarme los dos tenían razón».
A UN MES DE CUMPLIR 68 / También se explayó al presentar De niña a mujer, dedicada a su hija Chabeli: «He tenido la oportunidad de tener dos familias. He visto crecer a mi hijos ya mayores y he constatado como al final se van. Así ocurrió con Chabeli y con Enrique, convertido en un gran artista. Ahora cuando veo a los pequeños tengo la sensación de que empiezan ya a volar por su cuenta». Y no se olvidó de Miranda cuando, en sus coqueteos con las coristas, exclamó: «¡Si me viera mi mujer!».
Expuso su teoría sobre la fuerza de la música latina y dijo que el tango «era el baile que más aproxima a una pareja al embarazo», antes de interpretar A media luz y La cumparsita. A ritmo de cumbia piropeó a sus coristas. «¡Golfo!», le gritaron desde la grada, a lo que él repuso: «Eso sería hace 30 años».
Aludió también al descenso de su caudal de energía: «El año pasado vine con 49 años y ahora tengo 53», ironizó a solo un mes de cumplir los 68. En cada parrafada fue haciendo una crónica de su vida sobre el escenario. Canciones de Brel, Presley, Sting y Dalla se alternaron con sus clásicos. Al interpretar Caruso dijo que, al revés del aludido, él necesitaba micro. Así hasta llegar a La vida sigue igual y Me va. Julio, en estado puro
1 comentario:
ÚNICO JULIO!!!!!!!!! TE ESPERO EN URUGUAY!!!!!!!!!!!!!!!!!
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