Unas nubes, de amenazante color gris plomo, asomaban por encima de las torres de las murallas de Ávila. Anunciaban que íba a “caer la mundial”. Apenas faltaba una hora para el último concierto de la gira española de Julio Iglesias. “Que llueva ahora y no cuando hayamos comenzado a cantar”, me dijo…pero sus deseos no se cumplieron. Apenas veinte minutos antes de pisar el escenario, una tormenta casi perfecta -pero sin Clooney de protagonista- descargó a conciencia en el estadio Adolfo Suárez de Avila.
Si todo se hubiera quedado en una lluvia despiadada habría sido la anécdota de la noche, pero la agresividad del agua se coló en la mesa de sonido de los músicos y la dejó “fuera de juego”. Cuando a Julio le dijeron lo que había ocurrido se quedó impávido y sin reacción. Sólo acertó a decir: “¿La gente tiene ganas de concierto?”..”Sí”,le contestó tu fiel Vicente Frutos…”pues entonces habrá concierto,reactivar la mesa de sonido como sea.Confío en vosotros”. Julio pidió que se dijera por megafonía lo que estaba pasando, pero no existía esa posibilidad en el estadio. Por tal motivo, hasta que la mesa de sonido puedo restablecerse (después de dos horas de intenso trabajo) no se pudo explicar lo ocurrido al público que, a esas alturas de la noche, ya había mostrado su malestar.
Lo que sufrió el cantante en el camerino, durante esas dos horas de espera, es algo dificil de expresar. Los que le conocemos somos conscientes de esos momentos de stress. El público estaba tenso, empezaba a silbar. La Infanta Elena y Esperanza Aguirre esperaban sentadas, en primera fila, la salida de Julio al escenario. No íba a ser una aparición recibida con calor, pero yo estaba convencida que se metería al público “en el bolsillo” desde la segunda nota. Y así fué. Después de pedir disculpas por todo lo ocurrido, Julio empezó a desgranar su amplio repertorio a lo largo de más de dos horas. “Cuando estaba en el camerino sólo pedía poder cantar”,comentó.”Y ahora, que estareis pensando cómo este sinvergüenza nos ha hecho esperar tanto, sólo os digo que cuando el concierto termine acabareis diciendo que ha merecido la pena”. Y así fué. Las más de diez mil personas que llenaban el estadio no se movieron de sus localidades hasta que concluyó del todo el recital, que Julio dió por concluído a los sones de “Me va,me va” y portando una bandera española al cuello que, minutos antes, le habían lanzado al escenario..
Lo que vino después es el ritual postconcierto habitual. Todo el mundo que quiere entrar al camerino a saludar, se activa la picaresca…pero sólo “los elegidos” son los que llegan al templo del artista. Vestido de blanco, como suele ser habitual en él, recibió a la Infanta Elena, Esperanza Aguirre, Adolfo Suárez jr..Nos dieron las tantas de la madrugada hablando en el camerino, donde los pequeños Miguel y Rodrigo esperaban ansiosos que su padre dejase de hablar con los invitados para caer “en los brazos de Morfeo”.
A finales de esta semana, la familia Iglesias voverá a su casa de Punta Cana donde Julio rematará los últimos “flecos pendientes” de su próximo trabajo, que saldrá a la venta mundial en octubre. Volverá a España para las elecciones del 20N y seguir con su gira internacional,que no concluirá hasta la primavera de 2012..A base de ponerle empeño, la vida sigue igual.
Amalia Enríquez
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