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22 ago 2011

COMUNICADO DE JULIO IGLESIAS

Una fuerte tormenta hizo que se retrasara durante dos horas el concierto de Julio Iglesias que tuvo lugar ayer en Ávila, y con el que el cantante daba por finalizada su gira veraniega por nuestro país. Consciente de la paciencia de sus seguidores, Julio ha querido disculparse por el retraso provocado por el mal tiempo, y para ello ha mandado un comunicado a todos aquellos que permanecieron al pie del cañón con el fin de disfrutar de la actuación del madrileño, que una vez más fue un éxito. A continuación reproducimos el comunicado enviado por Julio Iglesias.

"Mis queridísimos amigos: Siento profundamente los inconvenientes que tuvimos en Ávila. Pero quiero explicaros exactamente lo que pasó. Terminados los ensayos a las 19:30 nos informaron que venía un tiempo tormentoso fuerte. Todos mis ingenieros y mis técnicos trataron "de proteger los equipos de sonido e iluminación, preparados con tanto cariño para el concierto.

Después de la tormenta varios de los equipos dejaron de funcionar y no pudimos comunicaros, por falta de sonido, lo que estaba pasando. Sé también que se abrieron las puertas para que pasaran 400 personas, de lo cual soy totalmente ajeno. Pero lo más importante fue que al final se pudo hacer el concierto, gracias a vuestra infinita paciencia y lealtad, y a unos ingenieros y técnicos excepcionales.

Desgraciadamente a veces la naturaleza es más fuerte que las intenciones personales. Os pido mil disculpas por todo lo sucedido pero esta es la verdad de todo lo que pasó. Para todos los que estuvisteis mi agradecimiento para siempre, Julio Iglesias".

6 comentarios:

Eduardo J. dijo...

Parece que Fernando acabó extenuado el sábado por la noche, dos días han tardado en poner las crónicas sobre el concierto. Seguro que para los hermanos Toribio ha sido la semana más intensa de su vida. Muchos sombreros les han tirado desde las webs de los diarios abulenses. Yo desde aquí les tiro el mío.

Cuando empieza a existir perspectiva suficiente para valorar la repercusión del concierto del pasado sábado, es tiempo de analizar y glosar sobre los ríos de tinta que sobre él se han derramado, y hacer esta aportación en forma de crónica.

El concierto fue una idea genial, con una organización excepcional y así la mantuvo hasta el final. La portada de Diario de Ávila del domingo titula “Del caos a la pasión”. De caos nada, señores. La tormenta empezó a las ocho y no hubo quien parase hasta las nueve..

Nadie puede pretender, después del paso de la tormenta, llegar al estadio, sentarse en su poltrona y que el show comience a las nueve y media. Los cabales sabíamos que íbamos para cobrar el dinero de la entrada o para esperar un buen rato hasta la recomposición.

De desorden, nada. Se abrió la cubierta multiusos para que la gente pudiera esperar tranquila y a cubierto. Hasta dispusieron dos pilotes de sillas plegables para que la gente pudiera esperar sentada. ¿En cuántas colas han estado que les pongan sillas para su comodidad? La organización fue impecable hasta cuando apareció la adversidad.

Falta de información, ni hablar. Yo me acerqué a la puerta, donde el guardia y dos azafatas (que no eran feas), me informaron, con una sonrisa que esa era la puerta por donde correspondía entrar con mi localidad y que había que esperar en la cola hasta que se solucionasen los problemas y abriesen las puertas.

Entramos al estadio y el panorama es de batalla campal. Algunas sillas aún por el suelo, mojadas, los técnicos recomponiendo los equipos… Y algunos espectadores empiezan a exigir que empiece el espectáculo. Increíble. Ya cuando por fin se restaura el sonido y es posible hablar a la audiencia, el speaker informa lo que por otro lado debía suponer toda persona cabal: Que la lluvia había fastidiado todo y que estaban intentando componerlo para empezar tan pronto como fuera posible. Ya tenían lo que querían: Información. Pues aún así continúan los abucheos.

Había mucha gente que se había acercado desde los pueblos de la provincia…, y ya se pueden suponer. Creyeron que seguían en la capea pueblerina que días antes habían disfrutado en la fiesta del pueblo.

La cosa va a más y empieza a haber insultos al cantante. Acento feísimo, muy paleto, poco urbano. Cuando el ingeniero toma el micro para hacer las pruebas de sonido, cuatro personas (¿son personas?) en la grada empiezan a mofarse de él. No puedo entender que haya gente que pague una entrada para reventar el concierto más que para disfrutar del mismo.

Es entonces cuando empieza el cante popular. Como si en lugar de estar en una noche de concierto de gala hubieran venido a la verbena popular en la plaza del pueblo. Escándalo, la gallina turulata y Clavelitos. Solo faltó Paquito chocolatero. Lamentable la actitud del operario de Cruz Roja (que estaba de servicio), el cual anima la verbena con bailes, saludos y gestos fuera de su cometido. Se creyó que la gente iba a verlo a él. Que alguien lo llame al orden.

Digámoslo de una vez, sin ambages ni rebozos: El concierto y la ocasión merecían un público mejor. Jamás renegaré de mis paisanos y de la gente de mi tierra (soy de Ávila de toda la vida). Pero algunas veces son gente imposible de tragar, imposible de comprender. (sigue)

Eduardo J. dijo...

No se puede ser tan intransigente y de mente tan cerrada. No se puede pretender que después de la tormenta más fuerte del verano, el concierto empiece como si no hubiese pasado nada. La noche fue reflejo de la actitud general de la sociedad española, que exige todo al minuto. Quiso el azar que el concierto coincidiera con el aniversario del accidente de Spanair. En aquella ocasión, a las 24 horas de estrellarse el avión, la opinión pública exigía saber las causas del accidente, los responsables del mismo y el motivo de por qué éstos no estaban ya en prisión. Señores, ¡qué ha ocurrido un accidente! Sea una tormenta o un avión que se cae, a la gente parece no importarle, aquí que nos den lo nuestro pronto y en la mano. Será porque el domingo trabajaban todos.

La actitud del público abulense fue más que reprobable. Nada que ver con lo que viví hace dos años en Valencia, pues bien es sabido que los valencianos, junto con gaditanos y malagueños son los pueblos más cultos de cuantos habitan la Península. En aquella ocasión se formó un pequeño tapón en una de las puertas de acceso a la plaza de toros. Faltaba poco para empezar el concierto y la gente, risueña, empezó a decir “a ver si llegamos a ver la novillada” (que era dos semanas después en la misma plaza de toros). Nada de insultos ni quejas fuera de lugar. O qué decir del concierto de Málaga, donde el público hizo medio concierto, avivando el fuego con gritos de “Julio, há má niño, que ze te dá mu bien”, o “di argo de Sapatero, mi arma”. En Ávila, sólo pitos, como gritó un joven en la grada cuando se apagaron las luces. Es vergonzoso. Y el lado opuesto de los conciertos marbellíes (Julio, ¿cuándo vas a volver a tu ciudad?).

Nadie supo valorar el plausible esfuerzo que (supongo) se hizo por dar el concierto. Lo más fácil hubiera sido suspender. Julio no perdía nada, para eso están los seguros. En cambio, se sigue adelante, por pura vergüenza.

Creo, definitivamente, que Ávila (más bien el público abulense) no está preparado para este tipo de artistas. Moraleja: Hay que recuperar los conciertos de nivel y pensarse lo de poner entradas a precios populares. Atrae demasiados energúmenos que vienen a reventar.

Al día siguiente, la prensa dijo muchas cosas para no decir nada. El editorial del Diario de Ávila es un perfecto ejemplo. Dos días después sale un comunicado de Julio, en mi opinión no le hace falta. Todo el mundo tenía que entender que el concierto no podía empezar a la hora. Cuando se aplaza el inicio de un espectáculo deportivo por malas condiciones climatológicas, o se suspende, no salen los futbolistas a dar explicaciones ni se emiten comunicados, pues todo el mundo entiende que es lo normal. ¿Por qué no en este caso?

Hablando de Diario de Ávila, fabulosa la foto de portada, sacando a Julio del lado izquierdo. El fotógrafo estaba documentadísimo.

Al margen de lo anterior, es verdad, que el 20 de agosto no era el mejor día. Todos los de Ávila sabemos que aquí, con los primeros calores y con los últimos, las tormentas son casi diarias. Anuncias el concierto el 20 de julio, y a dormir a pierna suelta.

Por fin se apagan las luces, el público abuchea. Julio da algunas explicaciones al acabar el primer acto (no le hacían falta). Nuevos abucheos. Vergüenza, qué digo, pena ajena, de ver el espectáculo que está dando Ávila.

Las primeras canciones nadie responde. El público no entra hasta La gota fría. Nada que ver con el concierto de Málaga, donde ya antes de cantar, sólo al salir de la cortinilla, el público ya se puso en pie a aplaudir. Bien es verdad que aquí, Julio se equivocó. Sigo pensando que Quijote no es la mejor canción para la obertura. Y mucho menos en las circunstancias del pasado sábado. Sale con Bamboleo, dando gritos más que cantando, pasea a Carolina la colombiana (que no es fea), para que pasee su cuerpo y pone el estadio boca abajo. Eso fue lo que hizo en La gota fría. Y el público, entró. El mismo Julio lo dijo “ahora despertaron ustedes”, o algo así. (sigue)

Eduardo J. dijo...

El espectáculo sigue y el “otro espectáculo” también. Gritos de jóvenes y no tan jóvenes, insultos en muchos casos, palabras poco bonitas. Parte de los espectadores comenzamos a increpar a estos individuos, que nos dejen ver el concierto a los que hemos venido a ello. Vuelvo a decir, no puedo entender que alguien pague una entrada para reventar.

Se meten con su música, que canta mal, que canta bajito. Esos tópicos (los recordó el propio Julio), ya los sabemos, con lo cual, si no te gusta, te quedas en tu casa. Esa gente que no venga a ver a Julio, irán a ver a otro cantante.

A la tercera canción, parte de la gente empieza a gritar que están dejando que las personas de fuera entren gratis. Lo primero, muestra de lo atento que estaban algunos a Julio. Lo segundo, falso de toda falsead: Unos amigos míos que no les gusta mucho Julio, estaban fuera, no querían pagar y habían ido a fisgar y a escuchar desde fuera. Al menos a ellos, nadie les invitó a entrar de gorra. Al parecer, los que entraron a la tercera canción fueron los socios del Real Ávila.

La atención de los espectadores era ímproba. Que si está la Infanta Elena y va sola, que si está el hijo de Suárez y lleva corbata gris, que si está la Espe con vestido blanco y Aznar sin la Botella. Magnífico, la mitad del público femenino iba por ver el ambiente. Así, cuando Julio pedía cantar al público, se nos oía a cuatro gatos, que éramos los que nos sabíamos las canciones. Igualito que la interpretación en Málaga de La vida sigue igual, todavía se me pone el vello de punta, diez mil personas cantando, con lágrimas en los ojos, con ramos de flores y velas. Un puente tendido entre 2010 y 1968.

El concierto sigue, calor creciente. Otra vez cometí la torpeza de acudir con el traje negro de chaleco, camisa blanca y corbata negra (¿les suena el disfraz?). Julio también se calienta. Y mejora. No así la gente. Que si no está cantando, que si suena a lata. Ese no estuvo en el concierto de David Civera inicio de fiestas. Eso si era lata de berberechos.

Hay gente que va a ver a Julio y no sabe lo que va a ver. Decían que no tenía nada que ver con el sonido en CD. He estado en siete conciertos del monstruo y lo que más me gusta es que en cada uno Julio ha cantado como le ha salido de la p… Es como si en ese momento estuviese creando el concierto para ti. Se inventa las canciones, cambia las letras, se pone a hablar en mitad de la canción… El artista que suene igual en la minicadena y en concierto, ¡lagarto, lagarto!, play-back al canto.

Que si canta mal, que si desafina, que si está mayor. Vamos a repasar la historia de los conciertos en Ávila: Miguel Bosé ni está ni se le espera, ya va por la ¿tercera? cancelación.

Verano pasado, concierto (conciertito) de Sabina. Hora y cuarto, tiempo efectivo, una hora, porque el mini-recital incluía ¡un descanso de cuarto de hora! Tantas pastillas para no soñar pasan factura. Además, sonaba como el gato que atropellé con el cortacésped.

Fiestas de la Santa, concierto de Fito Fitipaldi. A mitad de concierto, le da un infarto al cantante (que es joven), y cada mochuelo a su olivo. Tanto whiskey barato pasa factura. Además, sonaba a play-back, el infarto fue de sujetar la guitarra.

Año 2011, un viejito de 68 años sube a un escenario dos horas después de lo previsto y te pega un concierto de dos horas cantando a pleno pulmón, con la única ayuda de veinte botellas de agua. No nacerá uno igual.

Viendo el concierto recordaba una vieja travesura que practico hace años. Cuando tengo la suerte de encontrarme en Puerto Banús, en la Avenida Julio Iglesias (única calle en el mundo que lleva su nombre), bajo la ventana del coche, y entonces se escucha aquello de: El amor / no sólo son palabras que se dicen al azar / por un momento y sin pensar. / Son esas otras cosas que se dicen al hablar / al sonreír, al abrazar. // Que si en ese momento cruza el paso de cebra, me bajo del coche y le pego un morreo, que te llevo escuchando desde que tenía cinco años.

Eduardo J. dijo...

El concierto sigue. Emoción intensa cuando Julio nos dirige un mensaje a los jóvenes de 20 años, sobre nuestra misión en el mundo de hoy. Algo se mueve en mi cuando empieza a hablar de tenores y ¡ajá!, Caruso, creí que no le volvería a oír cantarla. Cuando empecé a escuchar el “te voglio bene assai”, no pude ni entonarla con él. Tenía los ojos húmedos y estaba al borde del llanto.

Ha querido el azar que el concierto haya coincidido en el tiempo con la Jornada Mundial de la Juventud. Creo que el paralelismo entre ambos acontecimientos es asombroso. De un lado, en Madrid, los católicos se reúnen en torno a un viejito de 80 años, llegando a pagar mucho dinero por acudir a Madrid. En Ávila, los julistas, en torno a otro viejito de casi 70 años, reunidos en torno a nuestro ídolo. En ambos casos han sido muchos los que se han preguntado por qué. Por qué, qué es lo que mueve a tanta gente a hacer tantos kilómetros, a pagar tanto dinero por perseguir su sueño, por cumplir su pasión.

Otro apunte: No se puede llevar el pinganillo (por el que dice que pagó quince dólares), casi de alfiler de corbata. Es original, pero queda feo.

Casos y cosas: Gran acierto volver con Caruso. La Carretera, siempre me parece mejor interpretación que la anterior. Gran alegría volver con Me olvidé de vivir. En Málaga no la cantó y casi le tiro un zapato al acabar. Ahora una de palos: Es insólito, según mi opinión que Julio obvie en sus conciertos temas como Bamboleo, Que nadie sepa mi sufrir, Milonga Sentimental, Volver a Empezar, Momentos, y alguna otra. Y en cambio se tira a cantar Mammy Blue (una cursilada), o Can’t help falling (canciones robadas a otro).

Luego ya están los gustos personales, que son otra cosa: A mi me gustaría escucharle algunas canciones perdidas en el mar que es su discografía. Que fue de A caña y a café, de Yo Canto. Otras son Pajaro Chogüi, Ron y Coca Cola, Noche de cuatro lunas, Moonlight lady.

Estas últimas canciones quizá las recuerdo porque el retraso del concierto hace que adquiera un aire más místico, y a la una, en fase menguante, la luna que está en el cielo, se asoma a verte cantar, monarca del escenario, artista artistazo, gallego y español. Ovación para el cámara, que mezcla en la pantalla la luna y la imagen de Julio. Al fondo, por encima del tejadillo del graderío, la muralla iluminada. Un telón de fondo ideal.

La idea original, ole bandera, de los hermanos Toribio. Les mando un saludo en esta original web (que es de ambos). Me siento muy identificado con ellos, yo también soy de Ávila, tengo la misma edad que vosotros (24), escucho a Julio desde que tenía no me acuerdo qué años, y hasta he hecho alguna chapuza para el PP (que estaba representado en el mismo concierto, todo está conectado). Loable labor la que habéis hecho, desde la sombra, en silencio, tan en silencio, que pensé seguro que el propio Julio os nombraría y no fue así. Ávila algún día reconocerá el esfuerzo de estos dos hermanos. Ojala algún día tenga el honor de saludaros.

El concierto avanza y llega el momento más esperado: La Cumparsita. Otra vez el querido público de mi tierra se encarga de adornarlo con palabras bien intencionadas. Un paleto de la grada (un socialista, seguro), grita “Para qué otro tango, vaya mierda, además estamos en Castilla.” Ese era el mismo individuo que, cuando Herman y Soledad, en la variación del baile, se funden en un girar vicioso, aplaudía con las orejas, como si fuera lo más bello que ha visto en su vida. Si es más tonto, no nace.

Aprovecho la ocasión para dar el pésame al próximo artista que venga a cantar a Ávila.

Se hace corto el tiempo para recordar más instantes. Sólo decir que el final fue interminable. Sabemos que siempre acaba con Me va, me va, pero me atrevo a decir que esta vez lo cantó en mitad del concierto, pues cuando parecía que acabaría con esta canción, por lo menos entonó otras diez o doce (en Barcelona, a lo sumo, hizo cinco bises). (sigue)

Eduardo J. dijo...

Hace su habitual paradita y vuelta al camerino durante la primera interpretación de Me va, me va. Malas lenguas en el concierto de Málaga me dijeron que en ese momento, mientras la orquesta sigue tocando, va a hacer aquello que nadie puede hacer por él, pues los dioses también padecen de la próstata.

A partir de ahí, Agua dulce, agua salá, Soy un truhán (pensé que no la cantaría), y, cuando creí que nos íbamos sin oírla, la última de todas, Vuela alto, para cerrar con la quinta o sexta interpretación de Me va, me va. Se besan y se abrazan los que dos horas antes echaban espuma por la boca.

Creo que ha sido el mejor concierto que le he visto a Julio (siempre digo lo mismo cuando acaba cada uno). Pero esta vez fue distinto. La tormenta, el hecho de que el concierto se celebrase de madrugada, le dieron un halo de misterio. El cansancio acumulado del público nos hacía estar en una especie de sueño. Hay momentos del concierto que no recuerdo. A las dos, todos estábamos deseando salir para ir pegando weahs! al viento, e irnos a la cama a soñar con Julio (más bien soñamos con las bailarinas de Julio).

¿Y Julio? El retraso, el enojo, la vergüenza torera por lo que era un hecho fortuito, le hicieron emplearse al máximo sobre el escenario. Nunca le había visto forzar tanto la voz en temas como el nombrado Caruso, La vida sigue igual, Nathalie, la desgarrada interpretación de El amor… Es el mejor del mundo, es inenarrable la sensación, el salir de un concierto comprendiendo por qué eres de Julio Iglesias, por qué le elegiste a él y por qué le dedicas tanto tiempo y dinero. Un hombre, y a la vez un cantante distinto, presentido, que nunca se acaba de conocer, que nunca deja de sorprendernos y al que siempre se regresa a ver. Cuando Julio Iglesias toma el micrófono, ofrece algo más que música. Ofrece un estilo de vida, una expresión del yo, de exclusividad; logro, éxito y posición; masculinidad, romance, pasión y fantasía; recuerdos, esperanzas y sueños; momentos que no vuelven nunca más. VIVA TU PADRE Y VIVA TU MADRE.

PD: Aprovecho para felicitar a Julio por su primer aniversario de casado, que es mañana.

Anónimo dijo...

Buenas noches Eduardo:
Ponte en contacto conmigo a través del correo electronico de información de la página.
Gracias por participar en Julio Iglesias Live.
Abrazos!!!